En los últimos años, son cada vez más los niños y adolescentes apasionados por los videojuegos que se sienten atraídos por las pantallas, pasando muchas horas incluso seguidas jugando. Los videojuegos han evolucionado enormemente desde el punto de vista tecnológico, cuentan con escenarios realistas y modos interactivos que te permiten jugar online con amigos o desconocidos incluso al otro lado del mundo.
Los padres suelen estar preocupados al ver a sus hijos que, joystick en mano, pasan muchas horas frente a los juegos electrónicos. No saben cómo comportarse y se asustan por su comportamiento ya veces por sus reacciones exageradas ante los intentos de interrumpir el juego. Temen que puedan desarrollar una adicción, que puedan estar condicionados por las imágenes violentas de la mayoría de los juegos que apasionan a los niños y que algunos juegos puedan alterar el estado de ánimo y el comportamiento de los niños.
Es necesario señalar que, donde se abusa de los videojuegos, muchas veces es la punta del iceberg de una dificultad más profunda, no es la “causa” del problema. Por eso es necesario comprender qué se esconde detrás de estas actitudes, cuáles son las necesidades que los niños intentan compensar jugando, desde el ocio, al compartir, a las relaciones, a la búsqueda de sensaciones, a la liberación de tensiones, hasta la evasión de la realidad y la necesidad de experimentar y sentirse efectivo.
¿Cuándo la pasión por los videojuegos se convierte en adicción y patología?
El uso de videojuegos NO es perjudicial, como demasiadas veces se cree, al contrario, lo poco que se sabe es que favorece toda una serie de importantes habilidades cognitivas como la resolución de problemas o resolución de problemas, la atención prolongada, la capacidad de concentración y reactividad. El uso adecuado de los videojuegos puede ser fácilmente parte de la crianza de un niño. Si logra completar todas las tareas y actividades extraescolares programadas, además alterna con actividades no virtuales y tiene amistades incluso fuera de línea, uno no debe preocuparse demasiado por el tiempo que un niño pasa frente a la consola. Es una pasión, para otros un placer, un desgaste y si no lo hacen con las actividades que un padre cree que son adecuadas para ellos, no significa que sea perjudicial para la salud. También porque es muy importante subrayar que NO te vuelves violento y asesino a causa de un videojuego. Puede interferir en conductas agresivas cuando existe un fuerte maltrato, condiciones preexistentes de vulnerabilidad y fragilidad, cuando el juego se vuelve compensatorio y completamente ajeno a la realidad, es decir, cuando ya existen otros problemas psicológicos o estamos ante una psicopatología. Es como las series de streaming que suelen ser acusadas de ser las causantes del comportamiento violento de los chicos. Si esto fuera realmente así, es decir, si la relación entre juego y conducta violenta fuera tan lineal, calculando los millones de chavales que juegan, tendremos millones de delincuentes en circulación. Es decir, existen otras variables que interfieren y afectan la conducta.
El malestar se manifiesta cuando el videojuego reemplaza los momentos dedicados a las actividades cotidianas, anulando las relaciones y favoreciendo el aislamiento, cuando existe un condicionamiento desde el punto de vista emocional y conductual. La realidad virtual puede representar así, especialmente en momentos de fatiga y fragilidad, una salida para escapar de la vida cotidiana, ya que ofrece la posibilidad de experimentar nuevas emociones y sensaciones, identificándose con los personajes, evitando sentimientos de aburrimiento, incapacidad o inutilidad.
Es necesario prestar atención a la aparición de SEÑALES DE ALARMA que pueden indicar una adicción, determinadas NO SOLO por cantidad de horas pasadas frente al videojuego, sino de una serie de cambios que alteran la vida diaria, el estado de ánimo y el comportamiento de los niños. Los niños pueden volverse apáticos, inquietos e irritables, cambiar sus hábitos (comer, higiene personal), no dormir y estar cansados todo el tiempo, jugar a escondidas, discutir muchas veces con sus padres y tener arranques de ira cuando no quieren parar el juego, abandono de la escuela, deportes y relaciones, tener síntomas físicos (dolor de cabeza, dolor de espalda, problemas de visión). Por lo tanto, hay muchos niños que juegan durante muchas horas, incluso de forma consecutiva, y no desarrollan una adicción a los videojuegos.
¿Cómo deben comportarse los padres?
El verdadero desafío para un padre no está en prohibir los videojuegos en absoluto, sino en ayudar al niño a equilibrar sus actividades de ocio y a ser consciente del valor del tiempo que tiene disponible.
– No demonices los videojuegos. Muchos padres suelen mantener las distancias y criticar este tipo de herramientas, sin saber que los videojuegos también tienen efectos positivos en el aprendizaje, el desarrollo de habilidades cognitivas, el razonamiento, la toma de decisiones y la gestión de objetivos. No todos los videojuegos son iguales y no es tanto la herramienta en sí lo dañino, sino su uso incondicional y compulsivo.
– Conocer y acercarse a su mundo. Debemos intentar captar su punto de vista en la relación con la tecnología y acercarnos a este mundo que en todo caso representa una parte de su vida. El padre debe dialogar con el niño y compartir con él sus aficiones, permaneciendo a veces cerca de él, proponiéndole jugar juntos o simplemente hablar del juego que está jugando, no sólo para investigar sino para que quiera hablar del tema, creando un momento de diálogo.
– Dar mayor presencia. Hay que evitar cometer el error de utilizar los videojuegos como "niñeros" desde que son pequeños, dado que los niños están ahí tranquilos y dejarlos solos para jugar horas frente a la pantalla, sin interesarse lo más mínimo por lo que son. haciendo. También es necesario NO comprar o permitir que los niños utilicen determinados videojuegos, sin saber de qué se tratan y sin proporcionarles aquellas herramientas que puedan actuar como filtro de determinados contenidos.
– Acordar el tiempo juntos. Los niños necesitan saber que hay tiempo para los videojuegos, pero tiene un límite. Es importante establecer juntos una cantidad máxima de tiempo para jugar, quizás incluso usando un reloj para que se den cuenta del tiempo que han pasado frente a la pantalla y estén al tanto de la realidad. El uso nocturno debe prohibirse porque interfiere en la calidad y cantidad del sueño y por lo tanto afecta la capacidad de atención y concentración, afecta el estado de ánimo, el ritmo de sueño y vigilia y pesa sobre el sistema inmunológico. Si realmente no lo consigues, puedes incluso pensar en sacarlo de la habitación durante la noche porque a veces fingen irse a dormir para luego levantarse y seguir jugando. Debe ser una de las condiciones que debes definir en una especie de "contrato" que vas a celebrar con ellos.
– Proponer alternativas válidas para ellos. Es necesario sugerir actividades de ocio y diversión que los niños puedan realizar con sus amigos o contigo, teniendo en cuenta su edad e intereses. Ayúdelos a crear oportunidades para que salgan e interactúen con sus compañeros fuera del mundo virtual. Dirán que hablan con amigos mientras juegan y están en contacto con ellos. Es cierto porque son siempre relaciones tecnomediadas que nunca deben sustituir a las físicas. Fíjate también en que a través de la consola siguen conectados a Internet, tienen la posibilidad de intercambiar archivos y chatear con amigos, incluso con los que no conocen. Explícale los riesgos de interactuar con extraños, nunca dar información personal, indicaciones específicas, no activar la cámara web para mostrarte a ti y a casa así como el juego, no enviar ningún tipo de material porque también hay muchas estafas y muchos adultos que , a través del juego, atraer a los niños.
– NO interrumpas el juego abruptamente. Muchos padres desesperados vienen a tirar del enchufe o de la conexión a Internet para interrumpir el juego que de otro modo el niño no puede parar. Sin embargo, esto a menudo activa reacciones de ira, frustración y conflicto que no llevan a ninguna parte. Por lo tanto, existe el riesgo de socavar la confianza y llevar al niño a jugar en secreto y encontrar expedientes para detener los obstáculos. La situación debe evaluarse objetivamente. Es cierto que habéis acordado el límite de tiempo, es cierto que muchos niños tienden a no tener límites pero también es cierto que hay situación y situación, a veces están acabando el juego, tal vez están alcanzando su récord y sacando el enchufarlo significa arruinar todo el trabajo que han hecho. Antes de tomar una decisión tan drástica que las viole y perjudique la relación contigo, pregunta y evalúa. Es más, puede haber días en los que puedan jugar más, quizás les fue bien en la escuela y pueden ser premiados, otros tienen menos cosas que hacer o han creado una situación con compartir amigos. Tienes que poder y se nota en su actitud cuando el juego es una compulsión o cuando es sólo una pasión. También es cierto que cuando tienen un juego nuevo es normal que estén "cerrados", pasando más horas pegados a la pantalla porque quieren descubrirlo, porque hay novedad, adrenalina y curiosidad. En estos casos también es normal que se “engullan” de videojuegos. El tiempo dedicado a jugar, sin embargo, debe disminuir a medida que pasan los primeros días y volver a la normalidad. Si están de vacaciones o el fin de semana también pueden jugar un poco más, si son días en los que no salen por el clima o amigos que no están también, pero todas las condiciones deben ser monitoreadas en conjunto. contigo y acordadas una y otra vez, para que entiendan que siempre hay quienes están dispuestos a poner una apuesta y un límite porque si esperas a que lo hagan de forma independiente, seguro que será de noche.
– Comprender la presencia de dificultades e inconvenientes. El videojuego es el disuasivo perfecto para evitar pensar en problemas, es algo que atrae, que distrae fácilmente, por lo que puede servir para escapar de las dificultades que uno pueda tener en la escuela, con los amigos, de los conflictos familiares, de la vida cotidiana. que se puede vivir con cierto malestar. Necesitamos entender si hay problemas que hacen que el niño quiera escapar al mundo virtual y enfrentarlos juntos, antes de que se vuelva adicto.
– El secuestro no es el método más efectivo para evitar que jueguen. Arrebatarle una Playstation a un niño que juega habitualmente es un castigo emocional muy fuerte. Van a incidir en sus hábitos profundos y lo que les permite liberar tensiones emocionales, no pensar, pasar el tiempo y, paradójicamente, socializar. Es visto por los niños como una violación de su espacio. Con el secuestro y las amenazas no se obtienen buenos resultados, no se recupera el rol y la patria potestad, no se obtiene el respeto, al contrario, la obediencia se da solo por miedo, no por entender lo que se ha hecho. El diálogo y el tira y afloja constante, es decir, los compromisos, son el método más eficaz para lograr que el sentido de las reglas y de lo que está en juego sea escuchado y aceptado. Además, nunca debemos olvidar que aunque cojas la consola, les basta con ir a casa de un amigo y jugar con él o conectarlo con el smarpthone y jugar a otra cosa para seguir jugando.
Cuanto más arraigados están ciertos hábitos poco saludables, más tiempo y paciencia se necesitan para cambiarlos. Necesitamos enfrentar y contener la ira y la frustración de los niños, haciéndoles comprender los riesgos de abuso de los videojuegos y ayudándolos siempre a estar en contacto con la realidad.
Captar todo tipo de señales, mantener un diálogo abierto y entender lo que los niños están viviendo es fundamental para apoyarlos y ayudarlos.
por Maura Manca